La glándula pineal se ha considerado clásicamente como un órgano vestigial y místico. En las últimas décadas, y con la incorporación de nuevos procedimientos metodológicos, se pudo demostrar que también tiene acciones fisiológicas que varían según el nivel de la escala filogenética. Su secreción más conocida, la melatonina, se ha relacionado con muchas acciones diferentes, como la promoción del sueño, el control de los ritmos biológicos, la inhibición hormonal y una acción inhibitoria sobre los mecanismos de regulación del sistema nervioso central. En la experimentación con animales, hay documentos que incluso aceptan un efecto anticonvulsivo. En humanos, la evidencia se reduce a pocas experiencias. Además de esta experiencia clínica, existe otra evidencia que relaciona claramente la melatonina con los fenómenos convulsivos. Esta relación debe estar mediada por los siguientes mecanismos atribuidos a la melatonina: Alteración de la neurotransmisión GABAérgica del cerebro, su interacción conocida con los receptores benzodiacepínicos del cerebro, a través de la actividad del metabolito del triptófano (cinurenina, ácido cinurénico), o incluso por su eficacia como captador de radicales libres.
neurotransmisores
El potencial terapéutico de la melatonina: una revisión de la ciencia
La melatonina es un compuesto similar a un neurotransmisor natural ubicuo producido principalmente por la glándula pineal. Este agente está involucrado en numerosos aspectos de la regulación biológica y fisiológica de las funciones corporales. El papel de la melatonina endógena en las alteraciones del ritmo circadiano y los trastornos del sueño está bien establecido. Algunos estudios han demostrado que la melatonina también puede ser efectiva en el cáncer de seno, las enfermedades fibroquísticas del seno y el cáncer de colon. Se ha demostrado que la melatonina modifica la inmunidad, la respuesta al estrés y ciertos aspectos del proceso de envejecimiento. Algunos estudios han demostrado mejoras en los trastornos del sueño y la «puesta de sol» en pacientes con enfermedad de Alzheimer. El papel antioxidante de la melatonina puede ser de uso potencial para afecciones en las que el estrés oxidativo está involucrado en los procesos fisiopatológicos. La multiplicidad de acciones y la variedad de efectos biológicos de la melatonina sugieren el potencial para una variedad de usos clínicos y para mejorar el bienestar. Esta revisión resume la fisiología de la melatonina y discute los posibles usos terapéuticos de la melatonina.
Síntesis y papel fisiológico en humanos:
La melatonina es una hormona indol ampliamente distribuida en fuentes vegetales y animales, como la leche humana, plátanos, remolachas, pepinos y tomates. Químicamente, la melatonina es N-acetil-5-metoxitriptamina, un derivado de serotonina, que a su vez se deriva del triptófano. La serotonina se acetila primero con N-acetiltransferasa (probablemente el paso limitante de la velocidad) y luego se metila con hidroxindol ortometiltransferasa para formar melatonina. La síntesis de melatonina depende de la función intacta del receptor beta-adrenérgico. La norepinefrina activa la N-acetiltransferasa y los bloqueadores de los receptores beta deprimen la secreción de melatonina.
Las enzimas de la síntesis de melatonina son activadas y deprimidas, respectivamente, por la oscuridad y la luz. La liberación de melatonina sigue un ritmo circadiano (circa: aproximadamente; días: un día) generado por los núcleos supraquiasmáticos en respuesta a las alteraciones de la luz del día.
A través de la liberación de melatonina, la glándula pineal mantiene el reloj interno que rige los ritmos naturales de la función corporal. Esta aparente propiedad de ajuste de reloj de la melatonina ha llevado a sugerir que es una sustancia «cronobiótica» que altera y potencialmente normaliza los ritmos biológicos y ajusta el tiempo de otros procesos críticos y biomoléculas (hormonas, neurotransmisores, etc.) que, a su vez, ejercer numerosas acciones periféricas.