En 1847, Virchow pretendía entender el cáncer describiendo la patología en simples términos celulares, Neo-plasia, nuevo crecimiento; leucemia, de leucos, sangre blanca; meta-stasis, más allá de la quietud. Eran los inicios. Murió en 1902, y al año siguiente, como si fuera su reencarnación, nació Sydney Farber (1903-1973), que sería uno de los ejemplos más representativos de transfuguismo en el mundo de la Anatomía Patológica. Estudió biología y filosofía, para luego hacerse patólogo, pasar 20 años mirando por el microscopio y haciendo autopsias, antes de atender su propia llamada interior de tratar pacientes.
En 1947, cien años después de las aportaciones de Virchow, Farber puso su microscopio y sus conocimientos al servicio de los niños con leucemia aguda del Hospital Infantil de Boston, para proponer un tratamiento metabólico con ácido fólico, que resultó desastroso. Farber no desfalleció, asumió las severas críticas y propuso exactamente la maniobra, el uso de una antagonista del ácido fólico, la aminopterina. Ahora acertó, y demostró por primera vez que la la remisión hematológica de la leucemia era posible. Ello le convirtió en el primer patólogo a tiempo completo de su hospital y en el padre de la quimioterapia clínica.
Ella cobró especial significado justamente en un momento en el que el titánico esfuerzo de los cirujanos de la época, con Halsted y su abordaje radical del cáncer, se vieron obligados a dar la batalla por perdida. Definitivamente el éxito técnico de la cirugía no era un predictor de buenos resultados a largo plazo. […]
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