Desde que Otto Warburg informó la ‘adicción’ de las células cancerosas a la glucólisis fermentativa, una vía metabólica que proporciona energía y componentes básicos, miles de estudios han arrojado nueva luz sobre los mecanismos moleculares que contribuyen al metabolismo alterado del cáncer. La hipoxia, a través de factores inducibles por hipoxia (HIF), además de la activación de oncogenes y la pérdida de supresores tumorales, constituyen los principales reguladores no solo del «efecto Warburg» sino también de muchas otras vías metabólicas como la glutaminólisis. El catabolismo mejorado de glucosa y glutamina se ha convertido en una característica reconocida de las células cancerosas, lo que lleva a la acumulación de metabolitos en el microambiente tumoral, lo que ofrece ventajas de crecimiento a los tumores. Entre estos metabolitos, el ácido láctico, además de imponer un estrés ácido, está emergiendo como una molécula clave de señalización que juega un papel fundamental en la migración de células cancerosas, la angiogénesis, el escape inmune y la metástasis. Aunque el interés en el lactato por el desarrollo del cáncer solo apareció recientemente, las moléculas farmacológicas que bloquean su metabolismo ya se encuentran en ensayos clínicos de fase I / II. Aquí, revisamos las vías metabólicas que generan lactato, y discutimos los fundamentos para abordar los complejos transportadores de ácido láctico para el desarrollo de terapias eficaces y selectivas contra el cáncer.