Durante los últimos años, las innovaciones farmacéuticas en atención primaria son dramáticamente menos frecuentes y serán aún más raras en el futuro próximo. En este contexto, la investigación preclínica y clínica orientó su interés hacia la eficacia y seguridad de los compuestos naturales, apoyando el desarrollo de una nueva ciencia «nutracéutica». Las plantas medicinales, en forma de partes de plantas o extractos de ellas, se usan comúnmente para el tratamiento de enfermedades de la próstata como la hipertrofia benigna, la prostatitis y el síndrome de dolor pélvico crónico. Las propiedades farmacológicas buscadas para el tratamiento de enfermedades prostáticas son antiandrogénicas, antiestrogénicas, antiproliferativas, antioxidantes y antiinflamatorias. Las plantas medicinales más estudiadas y utilizadas son Serenoa repens, Pygeum africanum y Urtica dioica. Otras plantas prometedoras son Cucurbita pepo, Epilobium spp, Lycopersum esculentum, Secale cereale, Roystonea regia, Vaccinium macrocarpon. Paralelamente, los estudios epidemiológicos demostraron que la dieta puede desempeñar un papel importante en la incidencia y el desarrollo de enfermedades prostáticas. La dieta mediterránea es rica en elementos con propiedades antioxidantes que actúan como un factor protector para el cáncer de próstata. Del mismo modo, la baja ingesta de proteínas animales, la alta ingesta de frutas y verduras, el licopeno y el zinc son un factor protector para la hiperplasia prostática benigna (HPB). Serenoa repens en el tratamiento de los síntomas de la HPB se ha probado solo o, más frecuentemente, en combinación con otras plantas medicinales, bloqueadores alfa e inhibidores de la 5 alfa reductasa (5-ARI). Metanálisis recientes encontraron que la efectividad de Serenoa repens es similar o inferior a la de finasterida y tamsulosina pero claramente más alta que la de placebo en el tratamiento de los síntomas leves y moderados del tracto urinario bajo (STUI), nocturia y molestias. Los ensayos clínicos mostraron un posible efecto sinérgico de Serenoa repens con otras plantas medicinales y medicamentos. Además de Serenoa repens, hay muchas otras plantas medicinales para las cuales la evidencia clínica sigue siendo controvertida. Urtica dioica, Pygeum africanum y Curcubita pepo pueden considerarse como un complemento de las terapias comunes y su uso está respaldado por estudios que muestran la mejora de los síntomas y los índices de medición de flujo. El licopeno y el selenio son productos naturales con acción antioxidante y antiinflamatoria. La combinación de licopeno y selenio con Serenoa repens fue capaz de reducir la inflamación en las secciones histológicas de próstata y mejorar aún más las puntuaciones de los síntomas y el flujo urinario en pacientes con HPB en tratamiento con tamsulosina. Se podrían obtener efectos similares con el uso de otros carotenoides, como la astaxantina y / o el zinc. La eficacia en los síntomas de pacientes con BPH de algunos polifenoles como la quercitina, el equol y la curcumina ha sido demostrada por estudios clínicos. El extracto de polen es una mezcla de componentes naturales capaces de inhibir varias citocinas y síntesis de prostaglandinas y leucotrienos, lo que resulta en un potente efecto antiinflamatorio. Los extractos de polen mejoran significativamente los síntomas, el dolor y la calidad de vida en pacientes afectados por el síndrome de dolor pélvico crónico y la prostatitis crónica. El beta-sitosterol es un esterol capaz de mejorar los síntomas urinarios y las medidas de flujo, pero no reduce el tamaño de la glándula prostática. La palmitoiletanolamida (PEA) es una molécula endógena de señalización de amida de ácido graso con efectos antiinflamatorios y neuroprotectores que puede tener un papel interesante en el tratamiento del síndrome de dolor pélvico crónico y el dolor urológico crónico. Finalmente, varios productos de origen vegetal han sido sometidos a investigaciones preclínicas, in vitro e in vivo, por su potencial actividad farmacológica contra el cáncer de próstata. Algunos estudios epidemiológicos o ensayos clínicos evaluaron los efectos de las bebidas, extractos o preparaciones alimenticias sobre el riesgo de cáncer de próstata.