La glándula pineal se ha considerado clásicamente como un órgano vestigial y místico. En las últimas décadas, y con la incorporación de nuevos procedimientos metodológicos, se pudo demostrar que también tiene acciones fisiológicas que varían según el nivel de la escala filogenética. Su secreción más conocida, la melatonina, se ha relacionado con muchas acciones diferentes, como la promoción del sueño, el control de los ritmos biológicos, la inhibición hormonal y una acción inhibitoria sobre los mecanismos de regulación del sistema nervioso central. En la experimentación con animales, hay documentos que incluso aceptan un efecto anticonvulsivo. En humanos, la evidencia se reduce a pocas experiencias. Además de esta experiencia clínica, existe otra evidencia que relaciona claramente la melatonina con los fenómenos convulsivos. Esta relación debe estar mediada por los siguientes mecanismos atribuidos a la melatonina: Alteración de la neurotransmisión GABAérgica del cerebro, su interacción conocida con los receptores benzodiacepínicos del cerebro, a través de la actividad del metabolito del triptófano (cinurenina, ácido cinurénico), o incluso por su eficacia como captador de radicales libres.