La importancia de las características del lugar donde vivimos y trabajamos queda reflejada en el síndrome del edificio enfermo y en una amplia variedad de síntomas y enfermedades, entre las que destacan aquellas de tipo respiratorio, cardiovascular, cáncer y el síndrome de sensibilidad central.

Proponemos focalizar la atención sobre aquellas medidas que, a través de la arquitectura y el estilo de vida, ofrecen beneficios sobre la salud, reducen el consumo de energía y contribuyen a combatir el cambio climático.

Con este fin seleccionamos media docena de puntos a considerar, tal cual son la exposición adecuada a la luz solar, útil para conseguir unos niveles adecuados de vitamina D3 y combatir la cronodisrupción; la mejora de la calidad del aire en el interior de las viviendas, centros de trabajo y espacios urbanos, con especial atención a la temperatura y la humedad; el cuidado de la microbiota del entorno construido; la mejora del funcionamiento mitocondrial; la atención al electromagnetismo con la evitación de zonas de estrés geopático y electricidad sucia y, finalmente, el conocimiento y la mejora de la contaminación física y química de nuestros hogares y centros de trabajo, destacando el papel del material particulado en la atmósfera urbana. La implementación de estas y otras medidas permitirá que la salud prevalezca por encima de otros intereses materiales o económicos.

El clima global está cambiando a un ritmo sin precedentes debido, en gran medida, a las emisiones de dióxido de carbono que contribuyen al calentamiento global. Esta tendencia contribuye al derretimiento de los casquetes polares, al aumento del nivel del mar, al empeoramiento de la contaminación global, el deterioro de las condiciones de las cuencas de los ríos, la sequía y el incremento de la frecuencia y severidad de

eventos climáticos extremos. Según reconoce la OMS, estos cambios están ejerciendo un impacto negativo sobre la salud humana por su exposición a ellos y a disruptores endocrinos. Dos ejemplos son los siguientes: el consumo de pescado contaminado con residuos de metil mercurio por la elevada temperatura en mares y océanos y el empleo de productos químicos utilizados en las prácticas agrícolas, ya que el cambio climático obligará a reevaluar los parámetros de seguridad de los plaguicidas, tanto en residuos en plantas tratadas como a la contaminación secundaria de las cadenas tróficas a través del ambiente agrícola. Es evidente que los parámetros utilizados para predecir y modelar la exposición humana a contaminantes químicos deben tener en consideración y anticiparse al cambio climático para reducir las consecuencias sobre la salud humana.

Llevar a cabo dicha visión presenta una importante repercusión sobre nuestro organismo. OSMI y su ponente Iratxe son pioneros en hablar de este tema que, próximamente, estará en boca del panorama científico. Integra a la perfección la filosofía de las dos ediciones anteriores del congreso: «Necesitamos comprender que el modelo de salud de una civilización entera depende del impacto climático de sus actividades; que las pandemias zoonóticas son la respuesta de la naturaleza a la alteración de los ecosistemas y que las enfermedades metabólicas, neurodegenerativas, inmunes y el cáncer se alinean con el estilo de vida, la alimentación y el manejo del estrés». En la charla se abordarán los siguientes puntos:

• Definición

• Factores que influyen sobre el estrés térmico:

○ Entorno

○ Tarea/actividad

○ Individuales

• Factores que influyen sobre nuestro organismo:

○ Balance electrolitico

○ Metabolismo hormonal

○ Descanso

El compromiso que asume el ser humano frente al medio ambiente es integrador y de conciencia, pero, aún no hemos aprendido a asumir esta responsabilidad por tener una visión separatista y mecanicista del mundo, con el medio ambiente y con todo lo que nos rodea. Por ello, el Dr. Óscar Villavicencio Vargas te explica en esta ponencia que, si entendiéramos que venimos de la misma matriz, tendríamos más cuidado y protección con los distintos reinos de la naturaleza.

El medio ambiente está pasando por una crisis, una catástrofe, un punto de inflexión de probable no retorno. El cambio climático nos lleva al incremento del efecto invernadero con sus devastadoras consecuencias, donde se calcula una pérdida de más del 30% de invertebrados y un 60% de vertebrados, donde la escasez de agua ha llegado a limites inimaginables; solo en Europa hay una escasez actual del 50%.

En conclusión, invita a la reflexión con evidencias como que las mismas tierras que se dedican al ganado alimentarían de 8 a 10 personas más si se dedicaran a la agricultura. La obtención de proteína vegetal es mucho más barata y ocasiona menos gasto

energético que la proteína animal y, por lo tanto, menos contaminación ambiental. Este es solo un ejemplo de cómo podemos contribuir al medio ambiente. La propuesta es muy simple: “Hay que descontaminar el corazón para avivar el fuego del alma”, transformar el medio ambiente desde adentro, de nuestro medio ambiente interno que es nuestro cuerpo… nuestra triple personalidad (cuerpo físico, cuerpo emocional, cuerpo mental).

Esta ponencia es una reflexión sobre el papel del arte que discurre paralelo a la evolución del hombre, como un medio de búsqueda para una comprensión de sí mismo y del mundo que le rodea, a partir de la expresión y la conexión. Es un camino de encuentro más allá del tiempo y del espacio que conecta con la consciencia para el acceso a una verdadera curación: Expresión y curación del alma.

En esta ponencia, se detallarán algunos efectos que produce la contaminación ambiental sobre la salud, y es que los gases tóxicos que se emiten a la atmósfera también crean graves efectos en la salud de forma directa, no solo a través de su efecto por el cambio climático que producen algunos de estos gases. Hemos llegado al punto, incluso, de estar deteriorando nuestra salud en nuestros parques y jardines y hasta en nuestros propios hogares.

(Resumen próximamente)

Las consecuencias del cambio climático son múltiples, pues el clima representa la matriz, el sostén de la vida. Sus alteraciones se manifiestan en el aire, agua, suelo, especies, … y en la salud humana. Hay, al menos, tres formas de incidencia:

La primera, causada por la relación directa entre aumento de temperatura, morbilidad y mortalidad, lo que se agudiza bajo las olas de calor. No es ajeno a este proceso el aumento de la reactividad química que, estimulada por la temperatura, genera mayor proporción de contaminantes químicos a la atmósfera.

La segunda, indirecta, lleva a que las poblaciones vulnerables sufran los efectos de una meteorología adversa en la que huracanes, lluvias torrenciales, incendios o sequías afectan a las áreas peor adaptadas. Finalmente, un clima más benigno favorece la propagación de vectores transmisores de enfermedades, especialmente artrópodos, antes circunscritos a zonas tropicales y hoy presentes ya en regiones templadas. Olas de frío y cambios bruscos de temperatura también generan daños entre la población como consecuencia de las irregularidades climáticas.

En conclusión, modificar, como se comentó al principio, el sostén de la vida –el clima- de forma tan acelerada (pues lo que hoy preocupa más es la evolución exponencial del fenómeno) cambiará todos los parámetros, dificultará la existencia del ser humano y el resto de las especies y obligará a una rápida e incierta adaptación para sobrevivir.

El resultado de todo el proceso en la historia de la alimentación y sus repercusiones en la salud individual y planetaria ponen a la luz los beneficios, todo ello soportado en múltiples investigaciones y publicaciones.

La alimentación ha sido un instrumento para transformación total del ser humano y, por añadidura, la Tierra. Hemos de asumir el reto de superarnos a nosotros mismos con estilos de vida más armonizados con el entorno y con una alimentación más rica en plantas. Tratamos de ayudar a las personas de una forma más consciente con el entorno actual. Se conoce que el 23% de las muertes en el mundo son debidas a la contaminación ambiental. Por ello, el objetivo de esta ponencia es posibilitar la transformación de la Tierra y adquirir una nueva vida más sana y enriquecedora.

Maximizando el beneficio económico en la producción de alimento nos empobrecemos todos. Dando prioridad a la producción industrial de carne, por ejemplo, generamos una cascada de problemas ambientales, sanitarios y sociales que conllevan, además, grandes dosis de maltrato animal. Dando prioridad a la rentabilidad económica a la hora de producir alimentos derrochamos agua, espacio, suelos fértiles y gases de efecto invernadero. Por si fuera poco, enfermamos por la contaminación de aguas y suelos por una comida desbalanceada y poco saludable. La solución a estos problemas pasa por reordenar prioridades planteando el sistema alimentario como una necesidad humana y no como un negocio, sacrificando rentabilidad por calidad y por respeto al medio ambiente. Nuestra salud será de las primeras beneficiadas.