La medicina enfrenta una crisis con los «superinsectos» emergentes, los virus letales (Ébola) y los agentes patógenos furtivos como las infecciones transmitidas por garrapatas. Miles de personas mueren en todo el mundo por enfermedades que alguna vez fueron tratables fácilmente. La terapia con ozono, ampliamente estudiada, puede ser una valiosa terapia complementaria o independiente. El ébola vuelve a devastar África con más de 2000 ya muertos, con una tasa de mortalidad del 65%. El mundo necesita desesperadamente una terapia antiinfecciosa segura, económica y efectiva a la que los microbios no desarrollen resistencia. Las terapias de oxidación han mostrado un perfil de seguridad extremadamente alto, sin informes creíbles de lesiones significativas más allá de la irritación de las venas. La ozonoterapia, la más estudiada y menos costosa de realizar, es en sí misma un germicida, no un antibiótico, y mejora varios parámetros fisiológicos esenciales para la defensa de la infección. Informes recientes indican respuestas muy favorables a las enfermedades bacterianas y virales, incluido el Ébola. A pesar de la falta de rentabilidad comercial (no patentable), la medicina haría bien en revisar sus raíces de la terapia de oxidación antes de la era antibiótica, especialmente el ozono en la crisis actual.