La evidencia acumulada sugiere que la dieta y el estilo de vida pueden jugar un papel importante en retrasar la aparición o detener la progresión de los trastornos de salud relacionados con la edad y pueden mejorar la función cognitiva. La actividad física se ha asociado con la reducción de una serie de trastornos físicos y mentales. Ahora hay amplia evidencia de que la actividad física disminuye la incidencia de enfermedades cardiovasculares, cáncer de colon y de mama, obesidad, Alzheimer, depresión y ansiedad. La nutrición se ha percibido clásicamente como un medio para proporcionar energía y materiales de construcción al cuerpo. Sin embargo, su capacidad para prevenir y proteger contra enfermedades comienza a ser reconocida.
Por lo tanto, la nutrición y el ejercicio se utilizan como intervenciones para revertir estos posibles efectos negativos para la salud. Datos recientes indican que no solo la salud general, sino también el funcionamiento cerebral, se ve influenciado por el ejercicio y las intervenciones nutricionales. Este artículo describe cómo el ejercicio y la nutrición pueden influir en el desarrollo del cerebro, el rendimiento (cerebral) y la cognición.