Este documento es una revisión de los probables mecanismos de acción de la ozonoterapia. Su eficacia terapéutica puede deberse, en parte, al estrés oxidativo controlado y moderado que se crea por las reacciones del ozono con diversos componentes biológicos. La fina línea entre la efectividad y la toxicidad del ozono varía según la fuerza del mencionado estrés oxidativo. Al igual que ocurre con el ejercicio, se conoce que el ejercicio moderado es bueno para la salud mientras que, el excesivo, no.
El estrés oxidativo severo, del que puedes encontrar información de OSMI aquí, activa el factor de transcripción nuclear kappa B (NFκB), lo que resulta en una respuesta inflamatoria y daño tisular a través de la producción de COX2, PGE2 y citocinas. Sin embargo, el estrés oxidativo moderado activa otro factor de transcripción nuclear, el factor 2 relacionado con el factor nuclear eritroide 2 (Nrf2). Nrf2 induce la transcripción de elementos de respuesta antioxidante (ARE). La transcripción de ARE da como resultado la creación de numerosas enzimas antioxidantes, como SOD, GPx, glutatión-s-transferasa (GSTr), catalasa (CAT), hemo-oxigenasa-1 (HO-1), NADPH-quinona-oxidorreductasa (NQO -1), enzimas de fase II del metabolismo de fármacos y proteínas de choque térmico (HSP). Tanto los antioxidantes libres como las enzimas antioxidantes no solo protegen a las células de la oxidación y la inflamación, sino que también pueden revertir el estrés oxidativo crónico. En base a estas observaciones, la terapia de ozono también puede activar Nrf2 a través del estrés oxidativo moderado y suprimir el NFκB y las respuestas inflamatorias. Además, la activación de Nrf2 resulta en protección contra enfermedades neurodegenerativas, como las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. Las respuestas inmunes leves se inducen a través de otros factores de transcripción como el nuclear de las células T activadas (NFAT) y la proteína 1 activada (AP-1).